Apostar por las competencias.
El currículo formal de las diferentes etapas educativas tiene un papel importante en la configuración de las estructuras para el aprendizaje. A pesar de que
el currículo no formal y el informal, esto es, todo lo que hoy un alumno puede
aprender fuera del aula o de la dirección explícita del educador, tienen mucho
más peso y eficacia, podemos intervenir con mayor eficacia sólo en la definición de lo que hacemos en clase.
Proponer el currículo no sólo con un listado
de contenidos a enseñar, sino también describiendo las competencias que el
alumno debe adquirir, es una oportunidad educativa para estimular todos los
aspectos de la personalidad. Entre las competencias, aquellas que tienen un
carácter más axiológico y que no están vinculadas a los aprendizajes instrumentales, fomentan de manera especial el talento emprendedor de los alumnos.
Las programaciones que recogen de forma sistemática ambos aspectos y los
desarrollan con metodologías adecuadas preparan a los alumnos mejor para
los desafíos de la vida real.
En la etapa de primaria, en que el maestro imparte varias materias,
la posibilidad de realizar proyectos globalizados que incluyan aspectos curriculares de todas las asignaturas es fácil y eficaz. Debemos valorar el impacto
de la existencia de una asignatura de carácter obligatorio en secundaria, teniendo en cuenta que su éxito dependerá de la implicación del profesorado
que la imparta, su preparación y el prestigio y relevancia que adquiera en el
currículo.
También necesitamos una reforma de la Formación Profesional que
nos lleve a extender como fundamentales todas estas experiencias, creando en
pocos años un sistema totalmente nuevo.