Camino al desastre.
Aunque esta cita es antigua, sus enseƱanzas siempre son actuales. En el apogeo de la burbuja
de las puntocom a finales del siglo XX, Webvan se destacĆ³ como una de las nuevas startups
mĆ”s atrayentes con una idea que potencialmente podĆa interesar a todos los hogares de
Estados Unidos.
DespuƩs de conseguir uno de los botines financieros mƔs grandes jamƔs
vistos (mĆ”s de 800 millones de dĆ³lares estadounidenses), la compaƱĆa pretendĆa revolucionar
el negocio de la alimentaciĆ³n minorista (con un volumen de facturaciĆ³n anual de 450.000
millones de dĆ³lares) con un sistema para hacer pedidos online y con un servicio de entrega
en la puerta en el mismo dĆa. En Webvan creĆan que la suya serĆa una de las primeras
«aplicaciones rompedoras» de internet: los clientes sĆ³lo tendrĆan que seleccionar, hacer clic
y realizar el pedido.
El consejero delegado de Webvan dijo a la revista Forbes que su empresa
«dictarĆa las normas para el mayor sector de consumo de la economĆa».
AdemĆ”s de acumular millones de dĆ³lares, parecĆa que los creadores de Webvan hacĆan todo
bien. Respaldados por inversores de capital riesgo experimentados, la empresa empezĆ³ una
carrera para construir grandes almacenes automatizados y comprĆ³ flotas de furgones de
reparto, y a la vez construyĆ³ un sitio web fĆ”cil de usar. Webvan contratĆ³ a un consejero
delegado con mucha experiencia procedente del sector de la consultorĆa.
Incluso a los
primeros clientes realmente les gustĆ³ el servicio. Sin embargo, apenas veinticuatro meses
despuĆ©s de su salida a bolsa, Webvan habĆa quebrado y estaba fuera del mercado. ¿QuĆ©
habĆa pasado?.
Ćste no fue un fracaso por una mala ejecuciĆ³n. Webvan realizĆ³ todo lo que su consejo de
administraciĆ³n y sus inversores pidieron. En particular, la empresa siguiĆ³ con fervor el
modelo tradicional de introducciĆ³n de nuevos productos comĆŗnmente utilizado por la
mayorĆa de las startups e incorporĆ³ los mantras de la Ć©poca: «La ventaja del que llega
primero» y «Hazte grande rĆ”pidamente».
El error de Webvan de no preguntar «¿dĆ³nde estĆ”n
los clientes?» ilustra cĆ³mo este modelo, probado y aceptado como verdadero, hizo que una
de las startups mejor financiadas de todos los tiempos se encaminara al desastre.